Razón número 46: El regreso de la primera obsesión
Fueron meses de ahorros y privaciones de lujos mundanos como el queso fresco para rallar en vez del envasado del supermercado, tardes de tostadas con té a café y galletas calientes recién sacadas del horno de las panaderías. Sin embargo, el objetivo era tan claro para mí, tan motivante que no fue el sufrimiento como quizá piensan y nada pudo compararse con la gigantesca satisfacción al sostener mi primera cámara digital profesional. Ahora podía mostrar mi visión del mundo y no solo limitarme a los eventos familiares como en mi juventud. Me obsesioné aún más con los cursos online y me perfeccioné con distintas técnicas de enfoque, iluminación, edición y creé un blog para compartir mis ideas con otros fotógrafos.
Usé botellas, floreros y estatuillas como modelos para tomarles fotos y practicar lo que iba aprendiendo con mis distintos profesores. No obstante, nadie humano se prestaba como modelo el suficiente tiempo para experimentar con los ángulos y los flashes. No había mascotas en casa, así que tenía que conformarme con mis objetos inanimados enfocándome en que en un futuro quizá no tan lejano, me encontraría trabajando con modelos reales en mi propio estudio fotográfico totalmente equipado.
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