Razón número 23: El final
Ella no vivía en la ciudad, por lo que durante las vacaciones de la facultad volvía a su pueblo. Yo me enmimismaba con mis pasatiempos, que hacía que los días se me fueran como agua entre los dedos, así que no alcanzaba a darme cuenta y ya estaba preparando una falsa noche de estudio en su departamento, imaginándonos entrelazados en las sábanas hasta quedar dormidos.
Recuerdo que ese día fui a buscarla a la salida de clases con un pequeño ramo de flores robadas de algún jardín en el camino, el corazón golpeándome el pecho porque me convertía en un niño al saber que la vería. Los estudiantes de ingeniería en sistemas salían, extasiados y deseosos de fumarse un cigarrillo con una buena taza de café mientras yo esperaba poniéndome de puntillas para intentar encontrarla entre la multitud hasta que un brazo me tomó por sorpresa.
“Hola”, era una de sus amigas, yo le devolví el saludo sin dejar de escudriñar su semblante tan extraño. “¿Por qué no fuiste al velorio?”, preguntó e incliné la cabeza sin entender. “¿El velorio de quién?”, y entonces dijo su nombre y el mundo se cayó a mis pies. Explicó que fue un accidente en la ruta y que a varios les sorprendió que yo no hubiera estado en la ceremonia, pero no tenía idea… Siguió hablando un poco más hasta que la detuve excusándome, algo de un recado pendiente, una estupidez, y me despedí casi huyendo porque no podía contenerlo más.
No sé cuánto tiempo estuve encerrado en el baño, los ojos me ardían y un par de flores yacían en el suelo. Algo dentro de mí murió ese día y se fue con ella, el amor de mi vida… Mi alma completamente quebrada, sabiendo que jamás volvería a amar así. No obstante, al volver a casa por la noche, taciturno, respondí que todo estaba bien cuando mamá preguntó si ocurría algo.
2 Comments
Clara
😭Que triste final para tan hermosa relación. No se que haría en mi vida si me pasara algo así.😭
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