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Razón número 27: Mi obsesión por la buena comida
Los estudiantes tienen diversas formas de lidiar con el estrés académico. La mayoría va al gimnasio, practica algún deporte o hace yoga, yo desarrollé una obsesión por la buena cocina. Al enfermarse, papá se volvió quisquilloso a la hora de comer y más de una vez rechazaba las innovaciones culinarias de mamá, por lo que ella terminó quedándose con un puñado de menúes que sabía que a él le gustaban. No obstante, yo quería seguir expandiendo mis horizontes. Ya dominaba lo básico, ahora quería probar con los sabores orientales agridulces y extravagantes, las sensaciones picantes de lo hindú y rememorar…
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Razón número 26: La crisis del cuarto de vida
Tuve que intentar aprender a quererme y a aceptarme para poder avanzar. El odio ferviente solamente me estancaba y la frustración por mi desempeño académico no ayudaba en absoluto. Ese lugar al que hacía ya unos años había entrado tan lleno de esperanza, tan seguro de que mi futuro empezaba ahí, se había convertido en un purgatorio prácticamente insoportable. Parecía que no importaba qué tanto me esforzara, siempre había algún mal docente que dictaminaba que me faltaba “un poco más” o que “podía hacerlo mejor” y me reprobaba fecha tras fecha de examen. Era consciente de que el promedio entre…
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Razón número 25: Seguir adelante
Reparar los desastres que la soja había dejado en mí me llevó tiempo, esfuerzo y mucha perseverancia. Había encontrado la receta perfecta que equilibraba mi dieta con los ejercicios adecuados. Cambié la grasa por músculo y recuperé mi forma física, incluso mejor que aquella que tenía cuando invitaba a distintas chicas a tomar un café. Quizá pensarían que fue una excelente noticia, que ahora podría volver al juego del romance, pero la verdad detrás del secreto de cómo adelgazar, en mi caso, tuvo tintes de un intento de seguir adelante fingiendo que nada había pasado. Ante la mirada de mis…
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Razón número 24: El inicio del declive
Sí, al principio estaba explorando mi sexualidad, pero en el fondo también buscaba una conexión especial. Sabía que no debía, por esa promesa, esa maldita promesa de no desviarme de mis estudios, sin embargo, mi soberbia me hizo creer que podía tenerlo todo… Hasta que la vida me hizo ver que sí, aunque no todo junto. Estaba seguro de que por eso la había perdido, pero derrotado confieso que decidí vendarme los ojos y convencerme de que su muerte había sido solo un accidente… “Cosas que pasan”. Mi mundo se había teñido de negro, como si un manto de melancolía…
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Razón número 23: El final
Ella no vivía en la ciudad, por lo que durante las vacaciones de la facultad volvía a su pueblo. Yo me enmimismaba con mis pasatiempos, que hacía que los días se me fueran como agua entre los dedos, así que no alcanzaba a darme cuenta y ya estaba preparando una falsa noche de estudio en su departamento, imaginándonos entrelazados en las sábanas hasta quedar dormidos. Recuerdo que ese día fui a buscarla a la salida de clases con un pequeño ramo de flores robadas de algún jardín en el camino, el corazón golpeándome el pecho porque me convertía en un…
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Razón número 22: Mi segunda vida
Dicen que todo cambia cuando conoces el verdadero amor, yo no lo creía tanto, prefería disfrutar de mis romances esporádicos y despedirme sin nada que deber, sin nada que cobrar. Sin embargo, nadie es invencible (ni siquiera yo) y llegó mi talón de Aquiles. Mirada chispeante, juguetona, como si tuviera un secreto que contar solo si te portabas bien. Parecía que había encontrado la forma de modificar mis circuitos, había entrado en mi sistema y me había arrebatado mi máscara de Don Juan que salta de chica en chica. Me convirtió en su hombre… Y yo la dejé, porque era…
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Razón número 21: Mi obsesión por la cocina, las primeras incursiones
En mi defensa, todo surgió de la necesidad de comer. Inició cuando estaba en la escuela secundaria y volvía a casa ansioso por una comida caliente, que casi nunca había. Yo salía tarde y para el momento en el que giraba la llave en el cerrojo, la familia ya había cenado hacía rato. Además, eran las oscuras épocas pre microondas y para mi paladar, muy pocas comidas son ricas recalentadas. Los años pasaron y si recuerdan, en la universidad yo cursaba de noche, así que ya era costumbre cenar solo. Si bien la llegada de ese maravilloso electrodoméstico, el microondas,…
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Razón número 20: El nacimiento del flaco
Por suerte, no llegamos al “no hay dos sin tres”, sin embargo, papá, mamá y yo nos preocupamos seriamente cuando mi hermana nos anunció que estaba buscando quedarse embarazada de nuevo. “¡Ay, hija! ¿Y si te sale tan terrible como el gordito?”, había dicho mamá. El historial de travesuras y fechorías de su nieto era bastante largo y amplio para sus cuatro años, desde múltiples encuentros con su amor prohibido (las escaleras) hasta llamarnos a los gritos y corretear por la casa atropellando todo a su paso. “No lo sé, no lo creo”, respondió mi hermana esa tarde, “pero quiero…
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Razón número 19: El inicio de mis romances pasajeros
Descubrir la fórmula para obtener (o intentar obtener) una cita no me fue tan difícil. A ver, sé que hay muchas formas de hacerlo, pero yo había encontrado la que mejor me iba y la que en caso de ser rechazado, no me dejaba tan mal parado (soy introvertido y un poco tímido). Yo amo el café, esa infusión tan irresistiblemente deliciosa y que tanto me acompañaba cuando me preparaba para un examen. Única. Y sí, es probable que se pregunten ¿y qué tiene que ver eso? Permítanme que los ilumine: El café fue la clave. Cuando veía una señorita…
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Razón número 18: La universidad
Había entrado a la universidad con la ilusión de que sería el lugar en el que podría convertirme en aquello que anhelaba desde niño: un ingeniero. Me maravillaba la robótica, así que me inscribí en la parte electrónica. Ansiaba recibirme para poder irme a Australia y enfocarme también en la domótica, el diseño de hogares inteligentes. Comencé a aprender sobre las inteligencias artificiales y sus distintas aplicaciones, tanto que acabé obsesionándome y presentando como proyecto la posibilidad de que las IAs del futuro serían capaces de mentir, (si el sistema de procesamiento neuronal artificial usa el modelo humano ¿qué prohíbe…