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Razón número 17: Mi primer trabajo, lo odié
Empecé a trabajar apenas terminé el último año del secundario. El objetivo era obtener un certificado laboral y poder ingresar a la facultad para cursar por la noche. Mi papá trabajaba en una empresa metalúrgica y sabía que necesitaban personal en una sub empresa de ellos, cuyo nombre prefiero no recordar. Me tomaron un examen para evaluar mis habilidades y luego de una corta entrevista, finalmente me tomaron. Raro hubiera sido que no, ya que al ser técnico en mantenimiento industrial (ese fue el título con el que salí de la secundaria) tenía las capacidades para hacer justamente lo que…
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Razón número 16: Amistad depende, compañerismo sí
Como buena escuela técnica, éramos todos hombres sin ninguna mujer a la cual pedirle una cita a kilómetros a la redonda (lo que puede explicar parte de lo que sucedió años después). Algunos salían a bailar para ligar mientras otros simplemente salían para pasarla bien. Yo no iba nunca con ellos, lo que por consecuencia me llevó a permanecer alejado del romance durante mi adolescencia. Con respecto a mis colegas de secundaria, no era que me llevara mal con ellos, pero tampoco me eligieron para la mención de “mejor compañero” cuando nos recibimos. A pesar de que no les guardo…
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Razón número 15: A falta de durómetro, nariz
Bonita apreciación de mis compañeros por el accidente que tuvimos con el auto. Para quese relajen, me complace informarles que nadie, excepto papá y yo por venir adelante, salióherido de gravedad y de hecho, su servidor estaba más preocupado por su sobrino pequeño(que iba detrás) que por sí mismo. Pobre gordito, lloraba y lloraba mientras yo lo examinabapara ver de dónde provenía tanta sangre… Hasta que noté que no era suya, sino mía.Resulta que con el impacto, mamá se golpeó contra mi asiento haciendo que yo me dierade lleno contra el parabrisas y me cortara la nariz. Por fortuna, papá…
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Razón número 14: El fin del mundo está atrasado
Permítanme que se los explique. Por lo general eran días de ocio a la siesta, yo leía en casa y de repente sonaba el timbre. Mi familia siempre se caracterizó por la ausencia de visitas regulares y mucho menos sin previo aviso, así que solamente podían ser los testigos de Jehová o los evangelistas. Dicha gente tenía la mala costumbre de venir a molestar con sus ideologías y como yo solía estar un poco aburrido, básicamente mi hobbie era divertirme con ellos. Me refiero, si se tomaban la molestia de tocar nuestro timbre, ¿por qué no iba a atenderlos para…
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Razón número 13: El nacimiento del gordito
¿Quién hubiera pensado en convertirme en tío a los dieciséis años cuando mis preocupaciones solamente deberían haber sido las tareas del colegio y los niveles que no podía pasar en los videojuegos? La respuesta les resultará impresionante: Mi hermana. De acuerdo, admito (y les recuerdo) que ella es siete años mayor que yo, pero igualmente no entendí por qué quiso ser madre a los veintitrés. A esa edad, yo me proyectaba manejando una empresa que pronto volaría sola y me permitiría retirarme y dedicarme a mis actividades ociosas para los cuarenta y cinco. Ella se proyectó siendo madre, aparentemente, pero…
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Razón número 12: Mi obsesión con los videojuegos
Sí, ya sé lo que van a decir, así que se los voy a ahorrar: Tengo algo de nerd. Ahora, no pueden culparme, estábamos en las puertas de una nueva era: la era de los videojuegos. ¿Cómo no obsesionarse con ellos si son la mejor manera de hacer catarsis luego de un día largo y tedioso? Y sobre todo si se tuvo que lidiar con gente. Al igual que con los libros, los videojuegos me abrían las puertas a un mundo en el que era capaz de hacer lo que quisiese, desde salvar princesas hasta volar un helicóptero Apache, y…
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Razón número 11: Mi obsesión con los libros
Si bien durante mi infancia me había devorado más de la mitad de la biblioteca de casa, eso no sació mi hambre por la lectura. En cambio, a medida que crecí, ese apetito por leer todo libro que pasara por mis manos creció exponencialmente. Era un ratón de biblioteca, sobre todo cuando la familia se iba. A ellos les encantaba comer, bailar o pasear, mientras que a mí me gustaba quedarme en casa, tranquilo y cómodo en mi cuarto leyendo y nutriendo mi mente. Lo confieso, no tenía muchos amigos (aún hoy me sobran los dedos de las manos para…
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Razón número 10: El casamiento de mi hermana
El matrimonio de mi hermana fue catastrófico incluso antes de ser matrimonio. Desde que se conocieron una noche en que nuestros padres decidieron que saldríamos todos juntos y conseguí escabullirme para dormir en el auto hasta la fiesta en que la aspereza entre ambas familias comenzó a asomarse. Me hicieron oficiar de chaperón y jamás me dieron ni un chocolate, no escucharon mis consejos al momento de comprar las alianzas y mucho menos cuando intentaba corregir la situación si había habido un malentendido (de los que hubo muchos). Sostengo que es una injusticia que no se le tome en serio…
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Razón número 9: El encuentra vacíos legales
Durante mi vida académica yo fui un estudiante modelo. “El alumno de Piaget”, decía mi hermana, “Un sujeto que aprende siendo activo en la construcción de su aprendizaje, ya que mediante este satisface la necesidad de equilibración, dándole sentido al mundo que le rodea relacionándolo con sus esquemas cognitivos”, una forma bastante extraña de decir un cumplido. Reconozco que no le dedicaba tantas horas al estudio. En realidad, no me hacía falta, con solo asistir a clase ya estaba listo para el examen. Bueno, quizá sí hubo alguna que otra materia que fue la excepción (los idiomas) y me hizo…
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Razón número 8: La escuela secundaria: ¡Al fin una buena!
Sería absurdo pensar que la vida no me debía una disculpa después de haberme hecho pasar por una etapa tan conflictiva, desagradable y deseosa de olvidar como la primera, así que la recompensa llegó con la secundaria, que fue de los mejores años de mi vida. Fui a una escuela técnica (catalogada como marginal teniendo nada de marginal) no tan lejos ni tan cerca de casa, esas distancias que terminan resultando algo molestas, así que mi medio de transporte era la bicicleta. Sí, tenía un estado físico envidiable y un apetito insaciable, ¡tan solo imagínense! Saliendo a pedalear a las…