Razón número 38: Los telemarketers y yo
Por alguna razón que desconozco, los testigos de Jehová y los evangelistas habían dejado de tocar nuestro timbre y en alguna que otra ocasión los había visto pasar de largo por nuestra casa. Qué desatentos, yo que siempre estuve tan dispuesto a conversar con ellos. No obstante, la tecnología había dado lugar al nacimiento de una nueva especie: los telemarketers. Criaturas que también llamaban en los momentos más inapropiados.
Yo siempre traté de ser agradable, el problema es que ellos generalmente no entienden un “no” amable, por lo que terminan llevándote a ser grosero (y si tengo que ser grosero, al menos lo voy a disfrutar). Permítanme que les explique con un ejemplo, un día uno de su especie llamó cuando yo estaba ocupado cocinando (les encanta interrumpirte la vida) y comenzó a hablarme de un plan para comprar un auto. Yo no estaba interesado y ni mucho menos tenía el dinero, así que amablemente se lo expresé y no sé si fue sordo o qué, pero siguió hablando como si yo no le hubiera dicho nada. ¿Conclusión? Le corté la llamada. Segundos después, el teléfono volvió a sonar y al atender, el mismo telemarketer dijo “parece que se cortó”, a lo que cortésmente respondí “no”, y le corté otra vez. Ustedes pensarían que se quedó ahí, sin embargo, no, volvió a llamarme y me cortó él a mí. Qué mal perdedor.
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