Razón número 35: Mi primer libro

Una vez que finalmente acabó lo de clic luego de la muerte de papá, tuve que plantearme
hacia dónde dirigiría mi vida ahora, sobre todo en el ámbito laboral. La pensión de mamá no
era suficiente para poder vivir, así que profundicé viejos conocimientos de la escuela y me
volví carpintero. En poco tiempo, logré volverme muy hábil y amueblé la casa entera con
mis creaciones. No obstante, deseaba ir un poco más allá.
Me parecía interesante la posibilidad de generar ingresos que no dependieran de que
estuviera trabajando activamente para obtenerlos. Algo que me permitiera retirarme a los
cuarenta y pico y dedicarme a seguir descubriendo todo lo que el mundo tenía para ofrecer.
Ese había sido mi “plan original”, así que se me ocurrió hacer un libro técnico digital.
Creé una página web y comencé a probar métodos de escritura haciendo un curso de
enmarcado, mis primeros trabajos con madera, quería comprobar si mi forma de explicar
por escrito era accesible para otros. Los técnicos solemos manejar un lenguaje difícil de
seguir para quienes no están en nuestro rubro, (gajes del oficio que nunca se me quitaron).
En el inicio, me preparé para aceptar que mi libro no sería exitoso ni demasiado conocido y,
no, no fue por pesimismo, sino por mero sentido común: yo era una persona prácticamente
anónima en internet. Durante un par de semanas la gente parecía ignorar los conocimientos
que yo tenía para ofrecer y llegué a pensar en cerrar mi página, ya que era una pérdida de
tiempo, sin embargo, una mañana recibí un comentario que se sintió como una caricia en el
alma. Lo había escrito una tierna pareja de ancianos y en él, me contaban que habían
amado mi curso. Sorpresivamente el entusiasmo de sus palabras, combinado con las
técnicas de marketing digital aplicadas que había aprendido hacía unos años, atrajeron a un
par de curiosos que se decidieron a comprarlo. Mi libro por fin generaba ganancias, pero
eran muy pocas, así que tarde o temprano acabé cerrando mi página y otro proyecto.