Razón número 32: Clic
En la época en la que nació mi pequeña empresa no abundaban las personas que se dedicaran a reparar computadoras, el auge informático todavía no había llegado del todo. Al principio estaba yo solo, yo era quien atendía las llamadas y yo era quien iba a hacer los arreglos a domicilio. Sin embargo, cuando la gente solicitaba mis servicios, hablaba de mí en tercera persona. La explicación es bastante sencilla, el truco está en escudarse detrás de una máscara de empresa y una empresa es más seria cuando está compuesta por muchas personas. Si había quejas por algún trabajo mal hecho, yo respondía a las llamadas asegurando que informaría al técnico correspondiente para que fuera a solucionarlo. Los pobres ingenuos nunca supieron que todos eran alter egos míos. No voy a negarlo, me divertía mucho.
El proyecto funcionó bastante bien por un tiempo… hasta decidí incorporar personal “profesional”. En mi defensa, el objetivo era expandir nuestros servicios y convertir a Clic en una consultora integral para pequeñas y medianas empresas. Quizá sí fui algo iluso al creer que poniendo a los nuevos empleados en categoría de socios se comprometerían para hacer crecer el proyecto. La triste realidad es que a ellos no les importó, estaban enfrascados en exhibir su título de universidad privada como si fueran pavos reales en vez de hacer bien sus tareas. Terminé trabajando el doble y cobrando como cinco veces menos.
El proyecto se fundió no mucho después y cerré las puertas de una empresa que quizá pudo, pero no llegó a alcanzar su verdadero potencial… Lo que sí me llevé de ese fracaso fue mucho aprendizaje del bueno.
One Comment
Pingback: