Razón número 17: Mi primer trabajo, lo odié
Empecé a trabajar apenas terminé el último año del secundario. El objetivo era obtener un certificado laboral y poder ingresar a la facultad para cursar por la noche. Mi papá trabajaba en una empresa metalúrgica y sabía que necesitaban personal en una sub empresa de ellos, cuyo nombre prefiero no recordar. Me tomaron un examen para evaluar mis habilidades y luego de una corta entrevista, finalmente me tomaron. Raro hubiera sido que no, ya que al ser técnico en mantenimiento industrial (ese fue el título con el que salí de la secundaria) tenía las capacidades para hacer justamente lo que ellos hacían: mantenimiento eléctrico de máquinas industriales que se fabrican en la metalúrgica en la que trabajaba mi papá.
En mi primer día llegué temprano, ansioso por lo que podía esperarme, y a la empresa no se le ocurrió nada mejor que asignarme ordenar el depósito. “Bueno, recién ingreso” pensé, “Hay que pagar piso” (a los nuevitos siempre se los manda a hacer las peores tareas). Durante una semana esa fue mi única actividad hasta que me ascendieron. ¡Ahora pelaba cables y soldaba conectores que se guardaban en un cajón en el depósito que ordené en caso de que algún día fueran necesarios! (Estoy siendo irónico por si no se nota). ¿Y los demás empleados? Bueno, los que charlaban conmigo en el almuerzo me decían que los tenían de aprendices trabajando en máquinas… A pesar de que ni siquiera eran técnicos, ¡ni el secundario habían terminado! Algo con lo que no pude negociar por mero sentido común.
Mi historia en esa empresa fue corta. Permanecí un mes y me fui. No se trataba de que no me tomaran en cuenta, sino que era una cuestión de honor. Si verdaderamente no me querían ahí, ¿para qué demonios me habían contratado? Un desperdicio de mis capacidades y sobre todo, de mi tiempo.
Y si se lo preguntan, sí, conseguí mi objetivo principal. Gracias a la corrupción (siempre presente cuando se la requiere) y por medio de un compañero que tenía amigos entre los bedeles conseguí cursar en la noche en la universidad sin necesidad de un certificado laboral.
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