
Razón número 15: A falta de durómetro, nariz
Bonita apreciación de mis compañeros por el accidente que tuvimos con el auto. Para que
se relajen, me complace informarles que nadie, excepto papá y yo por venir adelante, salió
herido de gravedad y de hecho, su servidor estaba más preocupado por su sobrino pequeño
(que iba detrás) que por sí mismo. Pobre gordito, lloraba y lloraba mientras yo lo examinaba
para ver de dónde provenía tanta sangre… Hasta que noté que no era suya, sino mía.
Resulta que con el impacto, mamá se golpeó contra mi asiento haciendo que yo me diera
de lleno contra el parabrisas y me cortara la nariz. Por fortuna, papá solo se lastimó un poco
las piernas mientras que mamá y el gordito estaban prácticamente ilesos.
“¿Qué? ¿Usaste la nariz de durómetro?”, dijeron mis compañeros cuando me vieron en
clases con el puente de la nariz averiado. Es probable que piensen que me atendió un buen
médico o enfermero para comprobar que la herida no era grave, pero no. La obra social no
se hizo cargo, se negaron porque argumentaron que al ser un accidente de tránsito, no era
problema de ellos. La consecuencia fue bastante obvia, la herida se infectó y llegué a un
punto en el que tuve que pararme frente al espejo con una botella de alcohol. Respiré
profundo levantándome la piel, apunté la botella, salió el chorro y me apreté la piel de nuevo
conteniendo el aliento mientras el alcohol etílico puro bajaba quemándome hasta el alma.
La buena noticia es que la infección se curó y la herida cerró, ahora solo es una línea
disimulada por el marco de los lentes.


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