Razón número 10: El casamiento de mi hermana
El matrimonio de mi hermana fue catastrófico incluso antes de ser matrimonio. Desde que se conocieron una noche en que nuestros padres decidieron que saldríamos todos juntos y conseguí escabullirme para dormir en el auto hasta la fiesta en que la aspereza entre ambas familias comenzó a asomarse. Me hicieron oficiar de chaperón y jamás me dieron ni un chocolate, no escucharon mis consejos al momento de comprar las alianzas y mucho menos cuando intentaba corregir la situación si había habido un malentendido (de los que hubo muchos). Sostengo que es una injusticia que no se le tome en serio a los más jóvenes de la familia, a mis trece años, mi juicio parecía sumamente más sensato y en efecto, esto se comprobó in situ, el día de la ceremonia.
La feliz pareja había acordado encontrarse cada uno en un lugar diferente. No sabría decir con exactitud cuánto tiempo estuvo mi hermana esperando en la sala de casa la llegada de su futuro esposo, pero lo que sí recuerdo es la velocidad a la que salimos porque la novia casi se pierde de su propio gran día. Finalmente, luego de mucha, mucha insistencia, mi familia había decidido escucharme cuando les recordé que el novio había dicho que encontraría a mi hermana en el registro civil y no en casa. De no haber sido por mí, creo que ese casamiento jamás se habría llevado a cabo (aún no determino si fue algo bueno o malo).
Malditos prejuicios hacia los preadolescentes, en ocasiones tenemos la razón, así que al menos préstennos atención, ¿de acuerdo?
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