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Razón número 47: Ella
Me acostumbré a estar bien solo. Era una parte del camino que había elegido, no hubiera sido justo armar una familia que se viera constantemente dejada a un lado por el trabajo. No busqué más compañeras, quien yo más había amado se reflejaba en cada atardecer que se colaba por la ventana del estudio, estaba en cada brisa que me despeinaba al caminar en la calle, en los rayos de sol que acariciaban mi piel. Con ella se había ido ese sueño de tener hijos, se lo llevó consigo cuando se fue. Por eso estaba solo. Mi hermana bromeaba de…
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Razón número 46: El regreso de la primera obsesión
Fueron meses de ahorros y privaciones de lujos mundanos como el queso fresco para rallar en vez del envasado del supermercado, tardes de tostadas con té a café y galletas calientes recién sacadas del horno de las panaderías. Sin embargo, el objetivo era tan claro para mí, tan motivante que no fue el sufrimiento como quizá piensan y nada pudo compararse con la gigantesca satisfacción al sostener mi primera cámara digital profesional. Ahora podía mostrar mi visión del mundo y no solo limitarme a los eventos familiares como en mi juventud. Me obsesioné aún más con los cursos online y…
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Razón número 45: No más socios
Es muy difícil crear una sociedad que funcione o simplemente una en la que los socios no se maten entre sí y cooperen para que la empresa prospere. Ya tenía cierta experiencia en el campo y honestamente llegué a un punto de no retorno en el que trabajaría solo o con empleados, pero no con socios (después de todo, en cada uno de mis intentos mis socios terminaban siendo empleados haraganes disfrazados). Liberty fue el último gran proyecto de sociedad que llevé a cabo. Creí que al ser familia, las cosas serían diferentes, nos conocíamos, casi nos habíamos visto crecer…
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Razón número 44: La pandemia
Una vez que me adentré en lo profundo del arte de la fotografía y que finalmente se acabó Liberty, decidí que me mudaría al sur del país. Intentar cosas nuevas en un lugar nuevo. Tenía dos ideas en mente: la primera, quería desarrollar una línea de fotografía a través de bancos de imágenes y la segunda, crear un portafolio de botellas de vino y platillos del lugar. El sur era rico en viñedos y bodegas y además había una muy buena cultura gastronómica. Aunque no lo crean, curiosamente los fotógrafos de botellas son muy solicitados. Y como broche de oro,…
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Razón número 43: Mi lado artístico
Lo primero que descubrí fue el lettering, dibujar letras, y cómo podía influir en el desarrollo de una marca. El objetivo era aplicar esos conocimientos para ofrecer los servicios más precisos, no obstante, también me gustó el aspecto artístico del lettering. Quería aprender a hacerlo. De los trazos de letras pasé al de diversos objetos y hasta personas, aunque nunca conseguí que se vieran “vivas”. Aprendí técnicas para pintar con acuarela, acrílico y óleo. Armé estatuillas con arcilla y porcelana fría, como las de Miguel Ángel (las personas no necesariamente debían verse “vivas”).Ante mí, se abrió un mundo de creatividad…
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Razón número 42: ¿Un nuevo comienzo?
El silencio provocado por el colapso de Liberty se asentó como una niebla en la familia haciendo que el ideal de una sociedad entre nosotros terminara muriendo, así que volví a trabajar solo. Me dediqué a estudiar y a especializarme en fotografía desde la perspectiva comercial y laboral. Cómo proyectar mi marca de la manera más adecuada. Sin embargo, pese a que dejé de hacer bolsos para rescatistas, no abandoné por completo su fabricación y decidí enfocarme en el público creativo que dibuja, pinta, teje y demás. Quería hacer bolsos que se adaptaran a las necesidades de la labor artesanal,…
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Razón número 41: Liberty
El proyecto nació una tarde en la que mi sobrino mayor vino a informarme que quería trabajar conmigo. Por aquel entonces yo estaba decidiendo el nuevo rumbo que tomaría, así que en cuanto escuché la predisposición del joven paramédico en su voz y un lejano recuerdo vino a mi mente, la idea surgió: fabricaríamos mochilas para rescatistas y paramédicos. Según el gordito, no había buenos productos en el mercado para su rubro, se rompían a los meses de uso, no eran prácticos, entre otras cosas que enumeramos en la lista. Inevitablemente me trajo recuerdos de mi época en la secundaria…
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Razón número 40: Mi pelea con el buscador de los colorcitos
No considero necesario aclarar a qué buscador me estoy refiriendo y si sí hiciera falta, discúlpenme, pero no lo haré. No pienso tener que lidiar con una demanda de ellos, suficiente tuve con lo que les voy a contar a continuación. Todo comenzó en el tiempo en el que mi madre y yo teníamos nuestros blogs, ella el de cocina y yo el de carpintería. Ahora, es probable que se cuestionen: “¿Qué pueden tener de malo dos páginas inocentes como para que el buscador decida banearlas?”. Excelente pregunta, yo también me la hice en su momento, así que fui directo…
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Razón número 39: Mi obsesión con fabricarme todo
La verdadera causa de por qué dejé de comprar mi ropa, herramientas, muebles, adornos y demás fue una cuestión de economía y de poder diseñar las cosas a mi gusto. Sí, sé que es mucho más fácil tomar la billetera e ir al centro y adquirir las cosas directamente, pero uno no siempre encuentra lo que busca o desea. Admitiré con humildad que no es fácil encontrar lo que busco con la exactitud que quiero: La ropa tiene que tener un calce especial, los colores deben ser básicos y combinables, las herramientas precisas, los muebles a mi medida y los…
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Razón número 38: Los telemarketers y yo
Por alguna razón que desconozco, los testigos de Jehová y los evangelistas habían dejado de tocar nuestro timbre y en alguna que otra ocasión los había visto pasar de largo por nuestra casa. Qué desatentos, yo que siempre estuve tan dispuesto a conversar con ellos. No obstante, la tecnología había dado lugar al nacimiento de una nueva especie: los telemarketers. Criaturas que también llamaban en los momentos más inapropiados. Yo siempre traté de ser agradable, el problema es que ellos generalmente no entienden un “no” amable, por lo que terminan llevándote a ser grosero (y si tengo que ser grosero,…