Razón número 16: Amistad depende, compañerismo sí
Como buena escuela técnica, éramos todos hombres sin ninguna mujer a la cual pedirle una cita a kilómetros a la redonda (lo que puede explicar parte de lo que sucedió años después). Algunos salían a bailar para ligar mientras otros simplemente salían para pasarla bien. Yo no iba nunca con ellos, lo que por consecuencia me llevó a permanecer alejado del romance durante mi adolescencia.
Con respecto a mis colegas de secundaria, no era que me llevara mal con ellos, pero tampoco me eligieron para la mención de “mejor compañero” cuando nos recibimos. A pesar de que no les guardo rencor, dudo seriamente que sea yo quien organice un reencuentro en algún momento (¿ya dije que prefería quedarme en casa leyendo?). Sin embargo, no me eran indiferentes. El ejemplo más claro ocurrió en el último año: A dos compañeros se les murió un padre, así que entre los demás decidimos darles el dinero que habíamos juntado para la cena de egresados para que ellos pudieran afrontar todos los gastos. Los días en que se realizaron los velorios, el curso entero se organizó para ir a apoyarlos, pero la escuela se opuso amenazando con sancionarnos. Cualquiera pensaría que quizá hicimos caso porque tal vez no era tan importante, no obstante, lo único que consiguieron fue que desapareciéramos durante uno de los recesos y que el profesor de la hora siguiente se quedara mirando el techo hasta que volvimos.
Sí, acabaron amonestándonos por desobedecer, pero no íbamos a permitir que la insensibilidad de los directivos afectara a nuestros compañeros en un momento tan difícil.
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